miércoles, 25 de abril de 2012

A medianoche.

Hay gente a la que le gusta conocer a extraños y hacer amigos con facilidad, pero yo nunca he sido así. Ni por asomo. Es curioso, cuando la gente llama te 'tímida', suele sonreír. Como si hiciera gracia, como si se tratara de  unas manías que acabas perdiendo cuando te haces mayor, como los huecos que te quedan entre los dientes cuando se te caen los de leche. Si supieran lo que se siente cuando no solo se trata de que te cueste romper el hielo, sino de ser tímido de verdad, no sonreirían. Se lo pensarían dos veces si supieran que esa sensación te atenaza el estómago, o te hace sudar las manos, o te impide decir algo que tenga sentido. No les haría ninguna gracia, estoy segura.


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