martes, 10 de diciembre de 2013

Dejemos de fingir tras cristales insensibles que no hacen más que cortarnos las ganas de más.

Estoy epezando a cansarme de los mensajes de texto. Si, esos que no me dan la opción de darte un beso. Uno, o dos, o tres, o una tarde entera de ellos. O una noche. O el día completo sin parar. Porque no pararía. Y tú no me dejarías parar. Harta de esos correos que no muestran ningún sentimiento mas que letras sueltas ordenadas de tal forma que te hagan entender lo que te quiero demostrar. Que no decir. Que tampoco escribir. Algo más que harta de tener que volver a empezar cada vez que se cuela un intérprete in fraganti al que nadie busca y del que no te puedes fiar. Porque está escrito. Que no demostrado. Que no sentido. Y voy por ahí con la cabeza levantada, nada más que para verte mejor, por si por alguna de aquellas apareces... Buscando entre portales, en el interior de los coches que circulan por la nacional, en cada esquina o en cada paso de cebra, con la esperanza de que quieres hacerte encontrar. En cada hora punta de nuestro imposible encuentro me imagino que puede pasar. Tú apareces por esa calle, en esa esquina, o dentro de ese coche, o cruzando el paso de cebra mientras yo espero en el mío... y por fin soy capaz de dejar de hartarme de tantos mensajes de texto, de tantos correos, y dejar de decir y escribir, y empezar a demostrar lo que sentí. Quiero demostrártelo todo porque siento. De no demostrarte nada ya estoy harta. Estoy harta por que espero día tras día detrás de todos esos mensajes de texto. Espero los tuyos y tus correos a pesar de todo porque siento. Y espero que tú también estés harto de ellos. Y espero que esperes... porque quieres hacerlo, porque quieres demostrar. Porque espero que sientas.

.

martes, 4 de septiembre de 2012

Secretos.

'Dime qué me quieres decir cuando me dices que no piensas nada, cuando me atraviesa tu mirada 
y tus ojos se llenan de agua. Dime qué me quieres gritar cuando me dices que no pasa nada, cuando ríes y me das la espalda, cuando acaban nuestras noches largas. 
Y empezamos a pelear y asesinar, sin decir nada. Nuestros gestos duelen más que un vendaval a punto de estallar. Tu querías querer y yo no, y me lanzaste cuesta abajo. Quiero recordar cada momento, quiero no pensar ni perder el tiempo. Tengo para ti, solo para ti todos mis versos. Quiero acariciar las estrellas y recuperar nuestras ganas, dime donde están, dime donde están que salgo a buscarlas. Y las cosas que toco se rompen y no sé por qué. Me da igual que dirán, los que quieren que nos vaya mal. Me da igual.'

lunes, 9 de julio de 2012

Ella es el salva pantallas en mi cabeza.

La luz cálida y a la vez fría y tenebrosa. Pero en estos momentos la luz es lo que menos importa, aunque tenga una diminuta importancia, y no es más que sin ella no podría estar viéndola en estos momentos. Cada rayo de luz que se posa sobre ella. Sobre cada gota que resbala sobre su piel en este instante. Es brillante, estremecedora, perfecta. Es preciosa por si sola. Cada punto de luz brilla sobre ella, aunque ya brille sin ayuda. Y me aguanto como puedo. Nunca me hubiera imaginado tener una fuerza de voluntad tan grande como para pararme los pies y evitar salir corriendo a abrazarla y besarla como repetidas veces ha pasado dentro de mi mente y que, sinceramente, ya estoy cansado de que sean solo unos simples pensamientos sin ningún tipo de salida. Por Dios, es preciosa, es como una Diosa, y puedo realmente decir que me gusta. Mucho. Cada peca, cada poro, cada pestaña, cada bello de su cuerpo entero, cada gramo restante de sus muslos, o de su vientre, cada estría, cada imperfección, cada raya marrón chocolate de su iris, cada marca de calcio en cualquier uña, cada curva de su cuerpo, cada sonrisa de estas que esperas y deseas ver a tu lado cada mañana nada más despertarte... Dame una señal, tan solo una, y te juro que lucharé por ti hasta donde haga falta.

domingo, 10 de junio de 2012

Presente.

-Perdone, ¿Ilusiones? -Si. En aquella chica, la de piel y ojos marrones y pelo castaño y rizado. La de la sonrisa bonita, pero desperdiciada. Es una chica normal, sin nada de especial, nada diferente que no se haya visto nunca. Búsquela bien, le costará encontrarla.
Ah, y cuídela, no le haga más daño del que ya lleva dentro.

Segunda puerta a la derecha.


Y empiezas a quebrarte por dentro.
Las malas noticias suelen tener ese efecto. Y si las juntas con las ilusiones de tiempos atrás se acaba formando un quiebre gigantesco, como si de un volcán se tratase.
Como un volcán, una simple ilusion como un granito de arena, pero que poco a poco ha ido creciendo en tu interior por culpa, o gracias, a esos pequeños detalles que parecían señales, y que al final han resultado ilusiones que carecían de valor.
Como un volcán, que a partir de ese granito de ilusiones ha ido agrandando su tamaño hasta convertirse en la montaña de fuego que es ahora. Una montaña ardiente, aunque pocas veces templada, que ya es imposible que vuelva a su estado inicial.
La has cagado.
Todo iba bien.
Hasta que un día alguien te sorprende con una noticia inesperada, una sorpresa esperada y deseada al mismo tiempo, sin darte cuenta de eso.
Y tu mecanismo reacciona, y aparecen los primeros síntomas. Los primeros '¿Será verdad?', o 'Bueno, me alegro por él.' Lo único malo es que en toda reacción no suele haber sólo un síntoma.
Después suele llegar el segundo. La segunda sensación. Los '¿Porqué no?', 'Puede que sea lo mejor.' y 'Creo que es lo que quiero.' Cuando te das cuenta de que dices creer, cuando en el fondo lo deseas con más ganas que nadie.
Y al final acaba llegando lo peor. Esa montaña que ahora es una máquina de fuego y de ardor apasionada que no existe nada para poder frenar.
La misma que ahora te grita desde tu interior 'SI, HAZLO.', o 'QUIÉRELE, NO SEAS TONTA, SABES QUE ÉL HACE LO MISMO CONTIGO, QUERERTE.'
Pero de golpe. Pum. Plas. Chof. Cras. Aparece una explosión de sentimientos de un color rojizo, que te quema las ilusiones si las introduces en su interior.
Que te abrasa si te acercas tan solo a unos centímetros a ellos. Que se pueden ver desde mertos atrás. Que se pueden sentir desde kilómetros.
Y te das cuenta de lo que realmente eran esos sentimientos.
Los de él: mentira.
 Los tuyos: ilusiones.








jueves, 7 de junio de 2012

Si tú te quieres, ellos también podrán hacerlo.

Me encantaría poder hacerlo. Y estoy segura de que la mayoría de los seres humanos matarían por sentirse bien al hacer esto.
Mirar al espejo, a nuestro reflejo, pero imaginándonos que ese cuerpo que vemos no es más que el de esa persona que tanto nos fastidia no poder tener.
Poder mirar imaginándote tal situación, mientras dices con el mayor orgullo: 
Esto es lo que te estás perdiendo.
Estaría bien poder sentirse
 cómodo con un mismo 
diciendo esto, 
¿verdad?
Dame defectos, y crearé a una persona única.