lunes, 30 de abril de 2012

Puede que no vuele. Puede que no tenga alas. Pero tampoco estoy muy lejos de conseguirlo.

Hay dos tipos de días. Esos en los que te levantas con ganas de comerte el mundo y, como casi siempre, te acabas comiendo el suelo; y luego están esos días en los que te levantas con ganas de tan solo comerte el desayuno sin saber que ese día estarás un poquito más cerca de comerte realmente el mundo. Y hoy se podría decir que ha sido uno de esos días. Puede que algo haya salido mal, pero son pequeños detalles sin importancia. Puede que algo no haya salido como esperabas, pero puede que a la larga te sirve de soporte para saber lo que tendrás que evitar la próxima vez. Puede que no hayas tocado el cielo, pero has sentido las nubes casi rozar las yemas de tus dedos. Y es esa sensación. Justo esa. La que te hace seguir. La que hace que te des cuenta de que cada día vale la pena. De que cada día, con un poco de esfuerzo, puedas estar más cerca de la meta. De esa meta. De ese cielo. Porque puede que no tengas alas, pero nadie ha dicho que no puedas volar sin ellas. Vale, puede que no vueles, pero puedes saltar. Saltar muy alto, tanto que no se distinga de la sensación, tanto que no se distinga si estás volando o es un simple impulso hacia el suelo. Tan solo salta. Corre. Disfruta. Continua. No te rindas. Lucha. Vuela.


miércoles, 25 de abril de 2012

A medianoche.

Hay gente a la que le gusta conocer a extraños y hacer amigos con facilidad, pero yo nunca he sido así. Ni por asomo. Es curioso, cuando la gente llama te 'tímida', suele sonreír. Como si hiciera gracia, como si se tratara de  unas manías que acabas perdiendo cuando te haces mayor, como los huecos que te quedan entre los dientes cuando se te caen los de leche. Si supieran lo que se siente cuando no solo se trata de que te cueste romper el hielo, sino de ser tímido de verdad, no sonreirían. Se lo pensarían dos veces si supieran que esa sensación te atenaza el estómago, o te hace sudar las manos, o te impide decir algo que tenga sentido. No les haría ninguna gracia, estoy segura.


martes, 24 de abril de 2012

Cosas que realmente no importan.


Paso firme. Paso seguro. Cabeza alta. Cabeza recta. Mirada al frente. Mirada que imnotiza. Sonrisa puesta. Sonrisa que brilla. Sacando pecho. Sacando trasero. Sacando orgullo. Sacando confianza. Sacanzdo autoestima. Sacando seguridad. Sacando pasión. Sacando sensualidad. Sacando noches de fiesta. Sacando juerga. Escondiendo miedos. Escondiendo timideces. Escondiendo inseguridades. Escondiendo lágrimas. Escondiendo decepciones. Escondiendo aburrimiento. Escondiendo noches sola en casa. Escondiendo canciones tristes. Escondiendo películas que emocionan. Escondiendo sentimientos. Escondiendo amor. Sacando fuego.



Hay dolores que permanecen. Dolores bonitos.

Y ves como todo se ha acabado. Y no ha acabado precisamente como tú te esperabas. Pero eso no es más culpa, que tuya. Antes de actuar, recuerda. Recuerda que hubo un tiempo en el que las sonrisas volaban. Recuerda que hubo un tiempo en el que las miradas echaban fuego. Que hubo un tiempo en el que las manos bailaban solas, al compás de los cuerpos. Que hubo un tiempo en el que erais felices juntos. Recuerda todo eso. Y puede que ahora ya no quede nada, pero intenta hacerlo bien, que cuando ella hable se sienta orgullosa al decir 'Ese chico, ese. Ese estuvo enamorado de mí'. Haz que su sonrisa parezca un Sol después de esa tormenta de lágrimas. Pero, sobre todo, recuerda: hubo un tiempo en el que estuvisteis enamorados. Y lo más importante: no hagas que ella se arrepienta de nada.


lunes, 23 de abril de 2012

The change.

'Piensas que eres fuerte. Sabes las palabras que tienes que decir. Te congelas en tu lugar, esperando a que llegue el momento para irte a dormir. He estado gritando, y se que tú también sientes el dolor, ¿no me oyes?. Digo que esto está acabado. Si, acabado. Pero de alguna forma te necesito pase lo que pase. Dime que me quieres, pero nunca será suficiente. Nunca me he referido a mentir, pero no soy la chica que crees que soy. Soy más de lo que soy contigo. Soy más de lo que soy conmigo misma. No soy tan diferente. No soy nada que no se pueda ver. Tú cambias. Yo miento. Las cosas son más fáciles cuándo nos hacemos daño el uno al otro, y parece ser que ninguno está dispuesto a cambiar eso. Y, sinceramente, estás soñando si sigues creyendo que voy a estar a tu lado hasta el final. Aunque te mienta a ti. Aunque me mienta a mi. Aunque me digas que me quieres. Nunca será suficiente.'


jueves, 19 de abril de 2012

Que si hay que hacer cambios, que sean a mejor.


Cambiemos esas pequeñas verdades detrás de cada 'era broma'. Esos pequeños conocimientos detrás de cada 'no se'. Esos pequeños sentimientos detrás de cada 'no me importa'. Esos pequeños miedos detrás de cada 'todo va bien'. Esos pequeños dolores detrás de cada 'no me hace daño'. Esas pequeñas lágrimas detrás de cada 'tranquilo, no pasa nada'. Cambiemos eso por pequeñas sonrisas detrás de cada mirada. Por esas miradas detrás de cada sonrisa. Por esas lágrimas de felicidad detrás de ese 'te echaba de menos'. Por esos labios mordidos detrás de cada 'bésame'. Por esos besos detrás de cada 'eres idiota'. Por esa felicidad detrás de cada 'te quiero'.


'¿Cómo --------------------------------?'

Me lo imagino como un sitio oscuro, cerrado, donde estás atrapado y no tienes forma de la cual salir. Donde por más que grites nadie te oirá, nadie irá en tu ayuda. Y cuanto más grites más te agotas, más débil suena tu voz, hasta que paras de gritar, te dás por vencida, lo asumes todo. Y no te da igual estar así, lo único es que lo asumes, lo aceptas. Porque te quedas en tu sitio, donde te corresponde, con lo que te corresponde sin luchar por lo que realmente quieres, sin luchar por lo que te gustaría llegar a ser o hacer. Porque eres una cobarde. Una cobarde que por culpa de algún que otro fallo de genética o educación desde pequeña, sea lo que sea, ha aprendido, o cree, que lo mejor es asumirlo todo, sin intentar hacer un esfuerzo por mejorar, por contentar a los demás. Te quedas quieta, en tu sitio, conformándote a ti y a los demás, pero aún así sabiendo que no es lo que quieres lo sigues haciendo. Te conformas con cualquier cosa, nunca pidés más, nunca te quieres superar. Porque aunque tu corazón te lo esté pidiendo a gritos, tu cabeza y tu cuerpo te lo impiden, te echan hacia atrás, con cosas simples pero demasiado efectivas en ti, como la vergüenza, el temor, la timidez o el miedo al desprecio, al rechazo o al fracaso. 





Ella no lo entiende. ¿Qué es lo que quiere? ¿Qué se supone que va a conseguir de esta forma? Pero ya está cansada. Nunca ha seguido a su cabeza, siempre se dejaba guiar por su corazón, pero nunca es tarde para hacer algo por primera vez. Si le sale mal, aprende una lección y sigue hacia delante. Si le sale bien, aprende otra lección y sigue hacia delante. Puede que haya tirado la toalla demasiado rápido, y lo sabe, pero más vale toalla seca en el suelo, que toalla bañada en lágrimas en mano. Y ahora puede que esa toalla tirada se moje un poco de vez en cuando. Puede que se moje de lágrimas. Pero sabe que esas lágrimas no serán de otra cosa que de felicidad.



Lo que de verdad importa es, a veces, en lo que menos pensamos.

Tienes una vida. Tienes personas en ella. Tienes familiares que te quieren. Tienes una familia que daría la vida por ti. Tienes una familia que hace todo lo posible para que vivas lo mejor que puedes vivir. Tienes amigos. Tienes amigos que te apoyan. Tienes amigos que te hacen reír cuando lloras. Tienes amigos que te hacen llorar de risa cuando ríes. Tienes amigos que ni tú cambiarías, ni ellos te cambiarían a ti por nada del mundo. Tienes un hogar. Tienes un hogar que te da calor cuando tienes frío. Tienes un hogar que te da frío cuando tienes calor. Tienes una habitación donde puedes ser tú mismo. Tienes una cama donde puedes soñar todo lo que quieras. Tienes un mundo donde poder cumplir tus sueños... ¿Y tú te preocupas por una persona que ni siquiera se preocupa por ti?


miércoles, 18 de abril de 2012

Echar a volar lo más fuerte posible.


Uno puede soñar, no lo niego, incluso digo que uno DEBE soñar, pero si estás pensando en un futuro inexistente, te pierdes el presente importante y del cual saldrá ese futuro que imaginas, así que estate en el tiempo que estás, fíjate donde pisas y al disparo de la pistola sales corriendo a alcanzar la meta. Sin temores, sin miedos, sin indiferencias, sin rencores y con la mayor autoestima.


Aprender de las victorias es demasiado estúpido.

El miedo al fracaso no es lo tuyo. No va contigo, no pegáis. O lo tienes calculado, con todas las de ganar y la victoria asegurada, o no lo haces, ni si quiera lo intentas. Porque por cada paso que des no tienes miedo de ir dos hacia atrás, ni tres ni cuatro, tienes miedo de caerte directamente, caer mal y hacerte daño. Porque cada caída es dolor, todas duelen, no se salva ninguna frente a esto. Pero siempre que has caído te ha dolido, y por eso no te das cuenta de que hay caidas que no duelen, que pueden molestar, pero se pone las manos delante para pararla y amortiguar y el dolor ya no es el mismo, es distinto. Es menos. Que no todas las caídas tienen que ser de morros. Después de cada caída una tiene que levantarse, sacudirse el polvo y seguir su camino. Incluso a paso más ligero y seguro. Porque ya sabes como ha sido la caída, y tienes que presumir de ello, porque ya sabes lo que se siente, ya has aprendido una lección, y ya sabes que hacer para que las posibilidades de volverte a caer sean menores


Sentimientos inexplicables que cambian inexplicablemente.

Y llega un momento en el que no puedes más. Lo bonito se acaba pronto, y lo malo llega demasiado rápido. Y te pasas las noches pensando en qué pudo pasar. En qué os habéis convertido para que esto acabara así. En cómo vuestros sentimientos han dado un giro de 180º de repente, o eso es lo parece, y lo que más temes. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hace casi segundos nos pasábamos los días con miradas, caricias y sonrisas. ¿Y ahora qué? Las miradas se han convertido en parpadeos, las caricias en rasguños, y las sonrisas en suspiros. Hace segundos que él te miraba y te susurraba un 'te quiero' que hacía que tu cuerpo se estremeciera. Que hacía que su cuerpo fuera el deseo más grande que podías tener en esos momentos. Hace segundos que él se acercaba a dos centímetros de ti, poniendo sus labios casi junto a los tuyos, pidiendote que le besaras. Pidiéndote que le hicieras tuyo. Pidiéndote amor. Hace segundos que él venía por detrás y te abrazaba por la espalda, suspirando en tu cuello. Suspiros de pasión. Suspiros de desesperación. Suspiros de necesidad.