viernes, 11 de mayo de 2012

Cómo la primera vez después de la segunda, de la tercera, de la cuarta....

¿Cuánto tiempo hacía que no me sentía así? A decir verdad, tampoco mucho. Como una hormiga en un mundo de gigantes. Como un cero en un mundo de infinitos. Como un punto oscuro en una habitación plenamente iluminada. Y es cuando me doy cuenta de que este mundo no es para mi, una niña que puedo, pero nunca llegaría a conseguirlo; que quiero, per nunca me levantaría a luchar por ello; que se que lo podría conseguir, pero me autoconvezco de que no llego. 
Este mundo es para gente con autoestima, con confianza en sí mismo, con seguridad propia. Este mundo es para gente que sabe lo que quiere, sabe lo que puede hacer y que sabe de lo que es capaz de realizar para conseguirlo. Este mundo es para gente sin miedos, sin fronteras, tan solo con muros casi invisibles en los que son capaces de escabullirse y cruzarlo sin el mínimo esfuerzo. Y todo esto vendría a ser lo mismo que todo lo contrario a mi.
Y vuelven las lágrimas. Esas lágrimas con ese sabor tan amargo y ácido. Amargura de decepción en mi misma, y al mismo tiempo acidez de maldición hacia mi propia persona. Lágrimas distinas a todas las demás, de las que no se borran con sonrisas del día a día, sino con metas ganadas y sueños cumplidos, pero lo único que consigo en estos momentos son metas destruidas, sueños abandonados y esfuerzos en el olvido.

Tan solo soy esa chica estúpida que no consigue objetivos con frecuencia, y los pocos que consigo me los guardo a mi misma. Nunca me ha gustado mostrar mis metas cumplidas, ni nunca me gustará hacerlo. 
Tan solo soy esa desconocida que te cruzas en un paso de cebra, en una cafetería comprando una botella de agua, o paseando por el centro de la ciudad sin rumbo alguno, que se siente especial pero que nunca lo admitirá ni se mostrará tal y como es. Siempre he visto innecesário mostrar al mundo, o al menos a un simple amigo, de todo lo que soy capaz de hacer, y, es más, estoy segura de que el mundo, y ni siquiera mi simple amigo, llegará a verlo nunca.
Tan solo soy esa diminuta mota de polvo en un desierto de diamantes relucientes, brillando por si mismos, brillando por sus cualidades, brillando por cada objetivo alcanzado, y yo aquí, con un color grisáceo y pálido como prueba de mis esfuerzos no cumplidos, como prueba de las metas que yo misma me destruyo.

Simplemente tiendo a caer cuando veo que me estoy elevando. Simplemente tiendo a destruirme o a esconderme cuando veo que algo bueno está surgiendo de mis adentros. Simplemete soy esa cría que algún día podría triunfar en este mundo de opuestos a mi misma, pero que se que eso es algo casi imposible, o lo menos probable teniendo en cuenta las circunstancias y barreras a las que me someto a mi misma.

Así que me presento: Soy esa chica de la esquina al fondo, la que quiere resaltar pero se esconde delante del chico de la fila de delante, a la que nunca verás en un primer plano. Encantada.






 

No hay comentarios:

Publicar un comentario