lunes, 9 de julio de 2012

Ella es el salva pantallas en mi cabeza.

La luz cálida y a la vez fría y tenebrosa. Pero en estos momentos la luz es lo que menos importa, aunque tenga una diminuta importancia, y no es más que sin ella no podría estar viéndola en estos momentos. Cada rayo de luz que se posa sobre ella. Sobre cada gota que resbala sobre su piel en este instante. Es brillante, estremecedora, perfecta. Es preciosa por si sola. Cada punto de luz brilla sobre ella, aunque ya brille sin ayuda. Y me aguanto como puedo. Nunca me hubiera imaginado tener una fuerza de voluntad tan grande como para pararme los pies y evitar salir corriendo a abrazarla y besarla como repetidas veces ha pasado dentro de mi mente y que, sinceramente, ya estoy cansado de que sean solo unos simples pensamientos sin ningún tipo de salida. Por Dios, es preciosa, es como una Diosa, y puedo realmente decir que me gusta. Mucho. Cada peca, cada poro, cada pestaña, cada bello de su cuerpo entero, cada gramo restante de sus muslos, o de su vientre, cada estría, cada imperfección, cada raya marrón chocolate de su iris, cada marca de calcio en cualquier uña, cada curva de su cuerpo, cada sonrisa de estas que esperas y deseas ver a tu lado cada mañana nada más despertarte... Dame una señal, tan solo una, y te juro que lucharé por ti hasta donde haga falta.

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